El mercado en la historia

En su versión tradicional, el mercado es el espacio público donde los mercaderes llevan sus productos y los clientes van a adquirirlos.

Los romanos llamaban al comercio “mercatus”, vocablo derivado del verbo “mercari” (comprar), registrado en castellano con su forma actual desde la primera mitad del siglo XIII. El origen más remoto que se ha podido rastrear del vocablo latino “mercatus” es la raíz “merk-” empleada por los etrusco para formar palabras relativas al comercio. Se relaciona con Mercurio, dios del comercio.

 

Hoy en día el mercado cumple dos funciones, la primordial sigue siendo el abastecimiento de alimentos y productos pero la segunda tiene cada vez más peso, el de ser un punto de encuentro para los ciudadanos, un núcleo en el barrio o población lleno de movimiento.

Los mercados municipales en la mayoría de ciudades son resultado de una tradición histórica de siglos que ha ido evolucionando desde las plazas extramuros donde se celebraban ferias e intercambios hasta la consolidación de espacios comerciales como tal gestionados por la administración pública. Esta medida impulsada desde mediados desde finales del siglo XVIII se desarrolla a lo largo del siglo XIX convirtiendo dichos espacios en equipamientos municipales. Cuestiones higiénicas, de regulación y urbanísticas fueron extendiendo por las principales ciudades españolas un buen número de estructuras que en su momento representaban los últimos avances tecnológicos en construcción.

En las últimas décadas los mercados municipales han ido entrando en ciclos de decadencia que en ocasiones han provocado su desaparición. Actualmente un buen número de mercados está experimentando formulas de regeneración que van desde la formula mixta de instalar supermercados que complementen la oferta del mercado hasta la transformación en espacios comerciales orientados al turismo, denominados mercados-gourmet.

El concepto de mercado municipal se superpone al concepto de ciudad compacta que frente a la ciudad difusa garantiza mejores economías de escala urbanas en términos de sostenibilidad. A mayor densidad mayor variedad comercial, calidad y oferta. Cuanta más actividad, mayor atracción de gente que circula por la calle y por lo tanto mayor seguridad.

Los mercados contribuyen a la vitalidad de un barrio en diversas formas. El comercio de proximidad que se ubica en los mercados y en sus alrededores dota de centralidad a los barrios, genera interacción social en el nivel vecinal y aporta actividad en el espacio público.